diciembre 18 2020

Historia SOS de Navidad: la nueva vida de una madre migrante en Perú

“Lo que más extraño en esta época es la gaita. Tú le pones a un venezolano esa música y él te va llorar. Es una melodía que nos recuerda nuestra infancia, la ponen en todas las emisoras desde el 1 de diciembre allá. A mí me recuerda cuando mi papá estaba vivo”, recuerda Mabel, una madre venezolana que llegó al Perú hace tres años con su familia.

 

 

En Venezuela, Mabel (43) trabajaba como contadora pública en una empresa que fue expropiada. Además, tenía un negocio de pizzas junto a su esposo. Una vida próspera hecha a base de mucho esfuerzo que acabó con la crisis en su país.

Como la mayoría de migrantes llegó por carretera en una travesía de siete días. Con dos maletas, dolor por dejar su tierra, pero mucha esperanza de poder darle un mejor futuro a sus hijos en otro país. “Primero me vine con mi esposo por la incertidumbre de no saber si nos iba ir bien o mal, para comenzar de cero, trabajar y juntar dinero para traer a mis dos niños”.

Después de un año logró traer primero a su hijo Christian (12) y luego a Manuel (14), a quien le detectaron un tumor que le hizo perder la visión cuando estaba en Cúcuta, Colombia con unos familiares. Mabel viajó para estar con él y agilizar su llegada al Perú. Hoy los cuatro están juntos y más fuertes que nunca. Este año, Manuel fue operado por segunda vez en nuestro país.

“Las personas no me creen, pero con la pandemia y la enfermedad de mi hijo yo siento que las cosas han cambiado de manera positiva, porque uno no sabe las cosas que es capaz de hacer hasta que se enfrenta con todo esto. Migrar no es fácil, pero soy una persona de retos, sé que esto no me va derrotar”.

Los sueños no se detienen

Actualmente, Mabel no tiene un trabajo estable; está dedicada al 100% al cuidado de sus hijos, especialmente, al tratamiento de Manuel.

Con el apoyo de ACNUR, desde el 2019 los facilitadores y especialistas de Aldeas Infantiles SOS Perú han apoyado a la familia con asesoramiento y acompañamiento individualizado permanente. Desde guiarla a través del complicado proceso para acceder a los servicios públicos como migrante hasta fortalecer sus capacidades parentales. Gracias a esta gestión, su hijo Daniel pudo operarse y empezar a recibir su tratamiento.

“La Sra. Mabel es una persona muy trabajadora por eso la invitamos a participar en nuestros talleres de emprendimiento y postular su plan de negocios para acceder a un capital semilla. Ha tenido momentos difíciles debido a la enfermedad de su hijo, pero es una persona muy positiva a la hora de afrontar los desafíos que se le presentan”, comenta Daniel, facilitador de Aldeas Infantiles SOS Perú.

La organización busca apoyar la economía y las necesidades básicas de los hogares más afectados por la pandemia, interviniendo en la implementación de nuevos emprendimientos familiares.

“Yo me imagino mi pizzería pequeña, pero bien bonita. Con colores bien ‘cuchi´, todo muy pintadito, bien dedicado. Modestia aparte sé que nuestras pizzas son sabrosas, hemos llegado a vender 30 pizzas al día por delivery. Sé que si abro mi negocio nos irá bien. Tengo muchos amigos peruanos y sé que les encanta la pizza hawaiana; habrá sabores para todo el público peruano y venezolano”, asegura Mabel.

"Generalizar hace mucho daño"

Mabel ha vivido de cerca algunos prejucios, pero sabe que no debe generalizar. "Mi jefe allá en Venezuela era peruano, un señor súper buena persona y profesional. Puedo decir que es la persona más inteligente y correcta que he conocido en mi vida. Trabajé con él 20 años. Lo estimo mucho como si fuera mi padre. Él es el concepto y la referencia con la que llego al Perú".

“Sé que hay migrantes que han hecho cosas incorrectas, pero no todas las personas son malas, no todas las personas son buenas. Generalizar hace mucho daño en cualquier sentido. Nosotros no estamos aquí porque queremos, ni porque queremos quitarles sus cosas, sino para salvaguardar nuestras vidas.”.

“Quisiera que mis compatriotas entiendan que cuando hacen algo malo no se están dañando ellos nada más, sino a todos los migrantes que están aquí. Porque por uno, a veces juzagan a todos". 

“Estoy aquí, pero mi corazón está en Venezuela”.

Esta Navidad, como las tres últimas, será diferente porque no podrá reunirse con su familia completa. Sin embargo, las tradiciones venezolanas no se pierden. A la preparación familiar de las hallacas – un tradicional plato navideño venezolano – se han sumado costumbres peruanas.

“Me gusta mucho la música de la selva peruana. Yo vivía en una residencia donde la dueña era de la Amazonía y desde ahí la escucho mucho, hasta sé bailarla. Diciembre para nosotros es fiesta, la música del oriente y la gaita no van a faltar en mi hogar”.

 

 

Así es la nueva vida de Mabel. Agradecida por las personas buenas que se han cruzado en su camino y con el sueño intacto de poder regresar algún día a su país para reencontrarse con familiares de los que nunca pudo despedirse.

* Nombres cambiados para proteger la privacidad de los participantes.

* Con el apoyo de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, Aldeas Infantiles SOS Perú brinda atención y ayuda humanitaria a familias de refugiados y migrantes, así como a niñas y niños no acompañados, separados y/o con otras necesidades de protección que viven en el Perú y que se encuentran en situación de vulnerabilidad.